
14 Jun 7 pasos para trabajar tu orgullo
Esta semana me apetecía mucho hablar del orgullo, analizando qué hay detrás de él, qué es lo que nos mueve, por qué a veces nos sentimos personas orgullosas.
Antes de entrar en materia en profundidad, quiero hacer una confesión: yo era una persona orgullosa. Previamente a hacer el iniciar de auto-conocimiento en el que llevo inmersa los últimos 10 años, era una persona orgullosa y soberbia en determinadas situaciones.
Creo que este tema es especialmente relevante en este momento de la sociedad, con mucha polaridad, en el que hay personas muy rígidas a nivel de ideología y personas que se están flexibilizando.
¿Qué es el orgullo?
Desde la perspectiva psicológica, podemos decir que hay dos tipos de orgullo:
- El orgullo positivo: que es el vinculado a la autoestima, la autoconfianza, al sentirse capaz.
- El orgullo negativo: definido como un exceso de estimación hacia uno mismo y hacia los propios méritos por los cuales la persona se cree superior a los demás.
El orgullo puede llevar a estados de soberbia y puede ser un gran generador de conflictos, sobre todo porque se asocia el orgullo a la falta de humildad.
He observado en mí misma que, cuando hay un estado de calma, suelo vivir desde la humildad. Pero cuando hay un estado de neurosis, aparece el orgullo. Creo que ahí ya podemos tener muchas pistas de por dónde van los tiros.
Una persona que sea muy orgullosa va a tener tanta rigidez mental que probablemente no se esté dando cuenta que está siendo orgullosa y que se está atrincherando en un punto de vista.
Ser orgulloso o experimentar el orgullo
En el momento en el que empezamos a poner consciencia a según qué estados y cómo hemos llegado allí, podemos empezar a distinguir cuando experimentamos el orgullo, que no es lo mismo que ser orgullosos.
El ‘ser orgulloso’ está cargado de identidad de un modo fijo, con una connotación como de inamovible.
En cambio, cuando pasamos del soy al experimento, nuestra mirada se flexibiliza y podemos poner más conciencia sobre lo que está pasando, con el entendimiento que a veces experimentamos orgullo, otras humildad, y no pasa nada, todo está bien.
Tenemos que tener siempre presente que las cosas son neutras y somos las personas las que las teñimos de color. Aunque en muchos aspectos, hemos llegado a acuerdos sociales que no dejan de ser creencias sociales sobre determinadas cosas. Todo eso que estás creyendo está sujeto a ser dejado de creer de una forma firme.
Por ejemplo, si durante la historia de la humanidad tenemos claro que el concepto de madre está asociado a la entrega, a la nutrición, a la protección, que se olvida de sí misma para cuidar al hijo, esto es una idea preconcebida. Este consenso está cambiando, su concepto está evolucionando hacia otra perspectiva.
Desgranando el orgullo
Según mi parecer, detrás del orgullo hay algo mucho más profundo que la definición de manual que hemos visto más arriba, del exceso de estimación hacia uno mismo. Lo primero que podemos encontrar detrás del orgullo es el perfeccionismo y la autoexigencia. Cuando aparecen un sinfín de ‘deberías’ que nos acompañan a todas partes y que nutren nuestra realidad de cómo deberían ser las cosas. Esto pone en evidencia nuestra dificultad para soltar un punto de vista, ya que vinculamos nuestra identidad con nuestras creencias. Es decir, nos identificamos con nuestras creencias: «soy lo que pienso», «pienso, luego existo». Entonces, si mi creencia es puesta en duda, dejo de existir. Ahí se activa el miedo irracional a dejar de ser.
Mientras ese punto de vista está siendo sostenido, es el momento de trabajar en ¿qué me aporta estar aferrado a él? ¿A qué tengo miedo en realidad?
Lo que de verdad tememos es que la imagen que el otro tiene sobre nosotros, cambie. Es más, tememos que la imagen que creemos que el otro tiene sobre nosotros, cambie. Esto está directamente vinculado con el ‘Yo ideal’ del que ya he hablado en ocasiones anteriores.
Todos queremos ser amados y valorados. Pero no todos usamos las mismas estrategias para ello. En el fondo, eso sí, subyace siempre esa necesidad de aceptación y reconocimiento. Por eso nos cuesta tanto soltar los puntos de vista y, muchas veces, establecemos relaciones en base a lo que sabemos, proyectamos o nuestras experiencias, y no tanto en base a lo que realmente somos de la piel hacia adentro.
Entonces, ¿el orgullo es realmente un exceso de estimación hacia uno mismo o más bien todo lo contrario, y la punta es la falta de autoestima y la necesidad constante de recibir el amor y la aprobación de los demás?
¿Cómo trabajar el orgullo?
Te propongo siete pasos para explorar cuando experimentes orgullo:
1. Date cuenta de en qué contextos interviene la reacción automática y te cierras en banda dando rienda suelta a tu orgullo. Puede ayudarte preguntarte: ¿a qué apunta este orgullo? ¿Qué dice de ti? ¿A qué creencias apuntan y cuáles han sido puestas en duda?¿Hay valores asociados?
2. Pon el foco en tu autoestima a través del autoconocimiento. En el orgullo hay un bloqueo de la propia sombra por considerarla inadecuada. En cambio, en la autoestima se ha iniciado el camino hacia la liberación de dicha sombra incorporando herramientas para su gestión y regulación.
3. Date el permiso para caer, fallar y equivocarte. Date cuenta de que en el fallo está el aprendizaje y querer evitarlo alimenta una idealización falsa de una versión super heróica de ti misma que jamás llegará a materializarse. El verdadero reto es amarte en tus caídas.
4. Acoge y trabaja esas emociones que subyacen tras este orgullo: ¿Qué te genera la idea de soltar tu punto de vista? ¿Miedo? ¿Injusticia? ¿Inseguridad? Y date cuenta de tus mecanismos de defensa para evitar sentir estas emociones.
5. Observa qué necesidad subyace a estas emociones. Siendo honesta contigo misma, ¿Qué necesitarías de la otra persona o de la situación y para qué?
6. Trabaja en mejorar tu comunicación teniendo en cuenta estas necesidades detectadas. La telepatía todavía no la tenemos desarrollada, así que toca ordenar tus pensamientos y manifestarlos asertivamente.
7. Perdónate y suelta. Tanto por haberte enroscado en un punto de vista y haberte quedado en el orgullo y la soberbia, como por haberte equivocado. No pasa nada. Eres humana, tienes derecho a caer. Activa la compasión que hay en ti y date lo que necesites. Desde esta nueva comprensión la próxima vez serás más consciente de lo que te mueve.
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