
18 May Cómo salir de la confusión mental
El tema de la confusión creo que es algo muy común en todos y quiero dar algo de luz porque siento que nos damos mucho con el látigo sintiendo que tendríamos que tener siempre el rumbo definido cuando lo cierto es que hay momentos en la vida en los que uno no tiene ni idea de hacia dónde va ni qué es lo que quiere.
Y eso también está bien.
Fíjate que estamos en una sociedad que perpetúa mucho y constantemente el hacer, la acción conceptual como símbolo de la productividad y la eficiencia. Y eso está genial, pero solo tiene validez cuando sabes dónde vas porque entonces tu acción es enfocada y estratégica. Utilizas entonces la mente como lo que es, una maravillosa herramienta de gestión que nos puede ayudar mucho a concretar y alcanzar nuestros objetivos.
Pero, ¿qué pasa cuando no sé dónde voy, ni qué es lo que quiero ni cuál es mi propósito?
La propuesta entonces es darte el permiso para NO SABER.
¿Qué es el no saber?
El no saber, cuando nos damos el permiso para transitarlo, es espacio de vacuidad, de silencio que almacena un potencial ilimitado de posibilidades. Así que si nos entregamos al NO SABER abriremos un espacio de sabiduría más allá de nuestra mente racional. Esa sabiduría que nace de la parte más intuitiva de nuestro interior.
Se nos ha inculcado muchísimo la idea de que tenemos que estar siempre produciendo, que es sinónimo de perfección. Pero, ¿no es igualmente necesario abrir un espacio para parar, observar, escuchar y recalibrar si es necesario?
Si siempre estoy con el ruido en la cabeza de lo que tengo que hacer, ser o decir por esta adicción a la acción, ¿cuándo voy a tener tiempo para escuchar lo que se está manifestando dentro de mi?
Así que la propuesta desde aquí es que cuando te encuentres en una situación de confusión mental, lejos de hacer hacer y hacer obsesivamente buscando fuera las respuestas que ni tan siquiera intuyes dentro de tí, párate.
Entrégate al NO SABER.
Y cuando te hayas entregado, con confianza y soltando expectativas, colocando tu atención al presente y dejando espacio mental para que las respuestas aparezcan, entonces podrás empezar el camino de la experimentación; de ese “ensayo-error” tan necesario para validar con exactitud lo que quiero o no quiero.
Teniendo siempre presente que en cualquier momento puedes cambiar de opinión.
Una decisión no es una cárcel, puedes salir de ella, cambiar de opinión y reajustar… ¡esta es la grandeza de la vida, que siempre puedes seguir manifestando!
En el podcast de esta semana te lo cuento con mucho más detalle.
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