
01 Mar Cómo contribuir a la paz
La semana pasada, cuando me enteré del inicio de la guerra en Ucrania, el principal conflicto bélico en Europa desde la II Guerra Mundial, sentí la necesidad imperiosa de hacer una edición especial del podcast para hablar sobre la paz. Pero honestamente, siento que el discurso de la paz ya lo conocemos de sobra. Hasta tal punto, que nos genera una cierta desconexión porque asumimos que nosotros ya somos pacíficos y que por lo tanto poco podemos hacer cuando vemos el conflicto en territorios más o menos lejanos perpetrado por seres que hemos catalogado como malos y desequilibrados.
Así que en el episodio de hoy quiero aportarte una visión distinta de la paz. Quiero hablarte de cómo puedes contribuir a la paz desde la acción consciente que ponga en marcha no solo tus recursos en el mundo de la materia, sino también (y especialmente) en el mundo de lo intangible. Porque, por más distancia que haya, esta guerra –todas las guerras– también te afectan a ti de una forma u otra.
Personalmente, te confieso que cuando me enteré de la noticia el pensamiento que surgió tras la emoción de tristeza, impotencia y miedo fue “yo poco puedo hacer con esta situación”. Y al acto, me di cuenta de mi equivocación. Tal vez no pueda ir a convencer al mismísimo Putin a que pare la guerra de inmediato, pero mi acción, por pequeña que sea, tiene valor. Porque los que sufren, los que combaten, los que mueren, los que viven con miedo e incluso los que han iniciado el conflicto, tú y yo , somos lo mismo. Todos somos uno.
Y te lo explicaré con pura ciencia.
La cuántica y la guerra
Verás, la mecánica cuántica nació a principios del siglo XX ante la incapacidad de la física convencional de explicar ciertos fenómenos de la ley de gravitación universal y de la teoría electromagnética. Se descubrió que en el universo ninguna partícula está completamente en reposo, sino que se encuentra en un estado de constante movimiento debido a un campo de energía básico con el que intercambia información constante a nivel subatómico. De modo que, en este nivel de existencia, todo está compuesto por campos vibratorios, que a nivel fundamental son ondas que contienen energía e información codificada a distintas frecuencias de vibración.
Somos energía
Así pues, aunque nos percibimos como una unidad sólida, somos campos energéticos en constante interacción intercambiando energía e información con un Todo; en contraposición a la visión mecanicista del mundo basada en la separación, donde todo lo que existe flota en una especie de vacío que, de por si, separa todas las cosas.
Este campo de extraordinaria energía recibió el nombre de “Cero” porque sus fluctuaciones energéticas siguen siendo igualmente detectables a temperaturas de cero absoluto, donde el estado energético es más bajo y donde, teóricamente, no existe movimiento alguno.
Todo(s) está(mos) conectado(s)
Al incluir la energía del Campo Punto Cero en la concepción de la naturaleza fundamental, quedaba de manifiesto que todo está interconectado por ondas que se expanden por el espacio tiempo, vinculando cada parte del universo con todas las demás y que, ya no sólo las cosas inertes, sino que todos los seres vivos, y por lo tanto también los seres humanos, somos paquetes de intercambio energético constante con este universo. Así, todas nuestras funciones cognitivas superiores como los sentimientos, pensamientos y emociones están íntimamente relacionados con la interacción de nuestros cerebros y el mar de energía cuántica.
Literalmente, resonamos con el mundo.
Nuestra energía, cuenta
Si a esto le sumamos que, en consecuencia, también todas las emociones son ni más ni menos que energía vibrando a distintas frecuencias, supongo que ya vas viendo que no solo puedes contribuir a la paz a través de acciones en el mundo tridimensional. Sino que al elevar tu propia energía, al poner tu atención en salir del arrastre de las emociones densas como el miedo, la rabia, la codicia o el odio y desear en lo profundo paz, amor, bondad y felicidad para ti, para los que te rodean y para los que no conoces, contribuyes al colectivo. Pues tu resonancia energética está afectando a todo el campo energético.
¿Qué puedo hacer yo?
Te cuento con detalle las 3 estrategias que puedes seguir frente a esta situación de guerra en Ucrania:
1. Mira dentro qué dice esta situación sobre ti
Lo primero que es imperativo entender es que si vemos una guerra y todas sus consecuencias es porque reconocemos lo que es. Y si reconocemos lo que es es, ni más ni menos, porque lo hemos experimentado; ya sea a diario o en el pasado. A lo largo de estos días he ido viendo por redes comentarios tipo “no puedo creer que en pleno siglo XXI todavía haya guerras en el mundo”. Honestamente, a mí no me sorprende. Al fin y al cabo, el conflicto que se manifiesta fuera tiene su origen dentro. Da igual si eres el presidente de un país como si eres profesor de secundaria. En la envidia, la codicia, la autocrítica, el juicio, etc. están las bases de una guerra. Entiéndeme, está claro que las dimensiones son distintas cuando hay vidas en juego y hay arsenal nuclear encima de la mesa, pero quiero que veas que el origen intangible es el mismo.
Así que lo primero a plantearnos es ¿qué dice este conflicto sobre mí? ¿Cuánto me refleja mi propia crueldad este personaje que ha iniciado este conflicto? ¿Cómo convivo con mi dualidad? ¿Cuánto me respeto? ¿Cuánto acojo lo que no me gusta de mi? Y de ahí, abrir camino hacia el perdón a uno mismo. Me perdono por haberme tratado mal, por haberme juzgado, por haberme tratado como mi peor enemigo.
Te recuerdo que en este inmenso 95% de inconsciente en el que vivimos, la sombra se proyecta a través del otro convirtiéndose entonces este otro en un maestro que apunta a nuestra propia herida.
Al liberarme de mi propio peso, libero al colectivo.
Porque tu crecimiento, tu desarrollo ya ves: ¡no solo va de ti! Cada vez que te atreves a mirar dentro, sanar e integrar cambias tu forma de resonar con el mundo y todos nos beneficiamos.
2. Contribuye con tu energía a través de la meditación
Ahora que ya vas viendo que todo es energía, la cuestión es ¿cómo puedo salir de la rumiación, la ansiedad, el miedo, la incertidumbre y abrirme a la confianza, la compasión, la paz y la serenidad? Sí, la situación es terrible. Y es normal sentir vulnerabilidad y desasosiego ante una situación así; sin embargo, la premisa es tan básica como “si quieres paz en el mundo, cultiva la paz en ti”.
Para ello la integración del Mindfulness en la vida cotidiana y la práctica sostenida de la meditación son grandes aliados, al tiempo que los procesos de desbloqueo de las propias sombras a través de procesos psicoterapéuticos o de coaching.
Pero ya de entrada, ¿qué puedo hacer? Te cuento que algo que estoy haciendo yo estos días es emitir mantras mientras estoy meditando donde el mensaje es “que seas feliz, que tengas paz, que tengas salud, que te vaya bien en la vida” y permito expandirme de bondad amorosa. Si quieres unirte a la experiencia, aquí el acceso a la meditación de la compasión que hay en mi taller de iniciación a la meditación para que también tú puedas contribuir desde tu propia paz y compasión a la paz y la compasión general.
3. Si así lo sientes, lleva a cabo acciones en el mundo tridimensional
Y por último, y evidentemente no por ello menos importante, en este momento las organizaciones y asociaciones más importantes del mundo han activado medios para apoyar esta situación. Por eso, si sientes que quieres hacer algo y contribuir con donaciones o ayuda de cualquier tipo, desde Amnistía Internacional, Unicef, Cruz Roja, Save the Children, ACNUR o Médicos sin fronteras podrás hacerlo.
Recuerda que por pequeña que sea tu acción, tiene un impacto enorme sobre el colectivo.
No hay comentarios