
06 Mar Cómo convertir tus creencias limitantes en potenciadoras
Deja que te cuente una historia que me dejó de piedra:
“ Uno de los experimentos más sorprendentes fue el que se llevó a cabo en el hospital de una cárcel de EEUU con un preso condenado a muerte, al que previamente se le había perdido autorización para ejecutar la sentencia de un modo distinto. Se le aseguró que no sufriría ningún dolor y que, únicamente sentiría cómo se iba sumergiendo lenta y profundamente en un sueño reparador y profundo. Tras aceptar la modalidad, se le colocó al condenado en una camilla con los brazos colgando a ambos lados y se le avisó de que le iban a practicar dos pequeños cortes en ambas muñecas; la sangre que fuese cayendo se iría recogiendo en recipientes; pero en realidad no se le practicó ninguna incisión: únicamente se le arañó superficialmente con un bisturí sin producirle herida alguna, mientras por su muñeca se hacían resbalar, de forma continua, unas gotas de agua templada. El hombre cerró los ojos y se fue quedando dormido. Cuando el agua derramada en los recipientes, alcanzó los cinco litros (aproximadamente la cantidad de sangre que tenemos los seres humanos), el sujeto había fallecido.”
Este es el poder de nuestras creencias, ni más ni menos.
Tenemos una mente muy pero que muy poderosa, y al mismo tiempo extremadamente manipulable, así que el “darse cuenta” parece una de las pocas opciones para tener una mente sana que te permite cultivar la capacidad de decidir por ti mismo.
Pero.. ¿qué es una creencia?
Yo me lo imagino así:
Veo la mente como una red enorme, una malla infinita que tiene distintos nódulos interconectados. Cada uno de estos nódulos contiene núcleos de información (también llamados creencias). Cada uno de esos núcleos o creencias, lleva en su interior una información emocional, una pauta de comportamiento y unos pensamientos específicos. En función de lo que nos vamos encontrando por el mundo, se activa un núcleo o otro.
Dicho de otra manera, una creencia no es otra cosa que una información predefinida sobre cualquier cosa y –ojo aquí– no tiene por qué ser cierta. Simplemente, es cierta para ti. La veracidad o no de esa creencia depende de nuestro mapa de realidad, de lo que nos han contado, lo que decidimos contarnos y nuestro propio sentido común, si lo tenemos.
Así que no hay nada de naturaleza más efímera que una creencia. Y aun así, nos aferramos a ellas como si nuestra vida dependiera de ello.
Debes tener algo en cuenta: nada es absoluto, todo cambia y las percepciones son subjetivas.
Seguro que te habrás encontrado más de una vez ante la situación de estar con un amigo que te cuenta muy apurado lo que le ha pasado y para ti eso no ser tan grave. Eso es porque no experimentamos la realidad como es, la experimentamos como somos; en base a nuestros propios filtros, que no tienen porqué ser los mismos filtros que los demás.
De modo que si quieres vivir una vida con cierta plenitud, te aconsejo que periódicamente revises esas creencias que estan limitando tu vida. Porque como en todo, las creencias se dividen entre las que te limitan y reducen tu mundo, y las que te potencian, te dan alas y refuerzan tu percepción de la realidad.
Creer es crear. Tanto si es positivo como si es negativo.
No podemos vivir sin creencias
¿Recuerdas lo que te decía de la malla? Pues no podemos sacar una creencia y dejar un hueco ahí. Por eso, las creencias deben sustituirse, no eliminarse. Tiene que nacer una nueva creencia que pueda suplantar a la antigua. Y el “darse cuenta” es una gran ayuda para ello; nos permite que el cambio se hacia positivo y no hacia negativo.
Esto es porque en realidad las creencias no son otra cosa que normas para poder vivir, principios de acción que nos movilizan y nos encaminan.
Y como se basan en la acción, tienen su raíz en la experiencia. Por tanto, cambia la experiencia y cambiarás tu creencia.
Las milongas que nos cuentan
En la Universidad americana de Berkeley (California) se ha investigado el número de negativas que se les dice a los niños desde los tres a los siete años. Tras instalar diminutos micrófonos en las orejas de una serie determinada de infantes y tras un seguimiento exhaustivo, se ha podido saber que frases inhibitorias en la programación del cerebro, tales como: “No se puede”; “No lo hagas”; “No es posible”; “Te vas a caer”; “Te vas a matar”; “Pero tú qué te crees”; “Nunca lo vas a conseguir”; “Es imposible”; “Estás loco…”; “Ya verás cómo lo pagarás”; “Tú no sirves para…”; se suelen pronunciar de media de 100.000 a 150.000 veces aproximadamente, con el consiguiente formateador en negativo.
Por el contrario, los “Adelante”; “Tú eres capaz”; “¿Por qué no?”; “Eres increíble”; “Eres muy hábil”; “Qué bien haces estas cosas”; “Qué bien sales de las situaciones difíciles”; “Seguro que lo resuelves”; “Es posible”; “Inténtalo”; “Tú si que puedes”; “Te lo mereces”; “Mereces mi confianza”; “Tú tienes estrella..”; sólo un 6% de las veces.
No te cuento esto para que culpes a tus padres o familiares, lo más seguro ellos crecieron con estos mismos discursos limitantes en su entorno. Te lo cuento para que entiendas que:
No todo lo que crees es tuyo; de hecho, si revisas tus creencias te darás cuenta que muchas de ellas vienen de tu núcleo familiar. Puedes escoger si quedártelas o desprenderte de ellas. Es tu decisión.
Presta atención a cómo te hablas y a cómo hablas a tu entorno. Tus palabras tienen más poder del que a puedes imaginar.
Tu mente tiene tendencia a enfocarse en lo negativo debido a un tema evolutivo, entrenarse en el darse cuenta y cuestionarte tus propias creencias es sinónimo de amor hacia ti mismo y de una voluntad verdadera de cambio, tanto interior como exterior.
Las milongas que nos contamos
Otra cosa interesante de las creencias es que tienen algo de mágico. Creas lo que creas vas a estar en lo cierto, es lo que llamamos la profecía autocumplida:
“Creo que para ser una persona de provecho tengo que esforzarme mucho”; y vas a pasarte la vida deslomándote por conseguir cosas que te hagan tener la sensación de merecimiento y ser alguien de provecho.
“Creo que me voy a quedar solo y nadie me va a querer”; y vas a tener pautas de comportamiento –conscientes o inconscientes– que te den la razón y boicoteen cualquier posibilidad de ser feliz con alguien.
“Quien tiene un trabajo, tiene un tesoro”. Esta la he vivido muy de cerca y provoca que cuando te quedas sin trabajo te sientes la persona más degraciada del mundo, nada tiene sentido para ti, y cuando lo tienes aguantas lo que sea para que no te echen y no perder “tu tesoro”.
Y así hasta el infinito.
Las creencias limitantes son las principales responsables de que no alcances tus objetivos ni vivas tu valores. Así que otra forma de cuestionarse las propias creencias es revisar los valores principales y comprobar si lo que creo y lo que es importante para mi está en consonancia.
¿Por qué nos pasa esto?
Pues porque nuestro ego nos domina y quiere tener razón a toda costa. Tener razón nos da sensación de “falsa seguridad”, nos da la impresión de que controlamos nuestra vida y que estamos más o menos estables.
Fíjate como está el mundo, las guerras y conflictos que hay por no aceptar que cada uno tiene su visión del mundo y que no hay verdades absolutas.
Como alguien a quien se le desmontó todo el sistema de creencias cuando se separó, te aseguro que, aunque es un choque interno muy grande, vale la pena… y mucho! Es como salir de la cueva y ver el sol por primera vez. ¡Algo inexplicable!
Cómo trabajar con mis creencias limitantes
Para empezar a trabajar tus creencias limitantes, pregúntate primero qué te gustaría conseguir. Haz una lista de tus sueños o de lo que te gustaría experimentar (puedes recurrir a este post sobre cómo saber qué hacer con tu vida, para seleccionar aquello que es importante para ti).
Cuando tengas esa información, hazte la poderosa pregunta: ¿QUÉ TE LO IMPIDE?
Todo lo que salga responde a tus creencias sobre el mundo y sobre ti mismo.
Para ayudarte a sacar más información y trabajarlas en profundidad, he diseñado para ti esta lámina de trabajo que encontrarás en la página de recursos.
¡No dudes en comentar y compartir este post, si sientes que te ha sido útil!
Te dejo el post en formato podcast. Así puedes escucharlo siempre que quieras 😉
pamelaricamente
Posted at 22:09h, 06 marzoHola Alba!
¡Muy buen resumen de lo que son las creencias!Me ha impactado esa historia. Es increíble el poder que tienen las creencias para “bien o para el mal”.
Hace un mes he tenido un módulo de creencias y he podido escuchar varias historias similares. Durante la clase hemos hecho ejercicios para romper las creencias que han resultado reveladores. El problema de las creencias es que solemos agarrarnos más a las creencias que nos limitan y lo peor es que no nos damos cuenta de ello, por ello me parece muy importante el ejercicio que comentas de revisar los valores. En cuanto pueda haré los ejercicios que propones en la lámina 😉
Un abrazo guapa!
Alba Ferreté
Posted at 10:00h, 10 abrilUi Pamela!
Acabo de darme cuenta que no te respondí!! A mi me pasó igual, me quedé de piedra cuando lo leí… El poder de la mente es tan grande que tenemos una máquina super potente de serie, y la usamos sólo a bajo rendimiento.
Cuando di creencias en la formación de coaching también me gustó mucho, fue de las que más disfruté! Espero que tu curso esté yendo fenomenal 🙂
Un fuerte abrazo guapa,
Alba