Por casualidades de la vida Alba y su testimonio llegaron a mí en el momento preciso, cuando un mar de angustia invadía mi ser.
Llevaba varios meses experimentando ansiedad de forma diaria, ansiedad percibida como tal que trate de ignorar y esquivar, sin saber muy bien cómo manejarla. Con el paso de las semanas y en plena primera ola de la pandemia por Covid comencé a experimentar sensaciones raras en el cuerpo que me hicieron pensar que me había contagiado hasta en tres ocasiones. Nada extraño teniendo en cuenta que soy sanitario y a diario tenía que enfrentarme a esa bestia invisible con la que convivimos desde hace meses. Traté de hacer caso omiso a las sensaciones, como si lo que me pasaba no fuera conmigo, total, así lo había hecho en otras muchas ocasiones y no había pasado nada. Pero esta vez fue diferente.
Al llegar el verano y comenzar con las ausencias de mis compañeras de trabajo por motivo de las vacaciones comencé a presentar importantes somatizaciones: mareos, vértigos, cefalea, hormigueos en todo el lado izquierdo del cuerpo y llegué a plantearme que realmente estaba enfermo de algo grave. Comencé un camino de médico en médico buscando una solución a un problema físico que realmente no existía, hasta que me plantearon varias personas la necesidad de una baja laboral y dedicar un tiempo a mi persona para calmar esa ansiedad y trabajar mis miedos.
Y en medio de todo esto, un día recibí un enlace que me llevó a conocer a Alba y su trabajo a través de las redes sociales. Algo que no sé muy bien describir me impulsó a conocer más sobre su interesante proyecto y decidí inscribirme en un curso para trabajar los bucles mentales.
Fue tan bonita la experiencia que surgió en mi la necesidad de aprender más y más y decidí inscribirme en “Sendero interior”. Todo lo demás se resume en un par de meses de intenso aprendizaje que ha sembrado en mí varias semillas: La semilla del autoconocimiento. He descubierto que apenas me conocía y que sin conocerme no puedo amarme, y que sin amarme no puedo amar al resto de seres humanos. La semilla de la auto compasión.
En todo este tiempo he aprendido que primero es necesario tener empatía conmigo mismo, que reconocer mi voz interior y sus críticas sólo me sabotean y hacen que todo lo bonito de la vida se vuelva gris. Este proceso además ha sido la chispa que ha nacido en mí y que me invita a seguir formándome primero a nivel personal para en un futuro poder devolver todo ese amor a los demás. Gracias Alba, porque he aprendido que todo lo que he vivido es lo correcto.
Me has enseñado a abrazar el presente, a ver las adversidades como una oportunidad en vez de una desdicha. Ojalá pueda devolverte algún día ese amor que nos has regalado.
Imanol Dominguez