Todo lo que es tiene derecho a ser, te guste o no • The Mindful Room
Todo lo que es tiene derecho a ser

03 Abr Todo lo que es tiene derecho a ser, te guste o no

Hoy me apetece reflexionar contigo.

Hace algunos días me encontré en una situación un tanto surrealista en mi ambiente de trabajo. A nivel “objetivo” estaba claro qué se tenía que hacer o cómo era necesario operar en relación a un trabajo que llevábamos desarrollando varias semanas (pongo objetivo entre comillas porque pocas cosas en la realidad son de tipo objetivo, más cuando nacen de una percepción o de un juicio de valor); pero aún y así, lo que mi compañera y yo entendíamos cómo algo totalmente surrealista y lejos de la realidad, resultó ser lo que finalmente se decidió hacer.

No te cuento exactamente de qué va porque no es relevante para lo que quiero expresar. Pero estoy convencida que sabes de qué te hablo: cuando tu tienes claro cómo deben hacerse las cosas o cómo deben ser (porque lo sabes, lo crees y estás convencido que tienes razón), pero por cosas de la vida, se riza el rizo a niveles exasperantes y tu te quedas con la boca abierta alucinando de que se haya optado por ese otro camino que está destinado al fracaso y totalmente alejado de tu idea de “hacer las cosas bien hechas”.

La toxicidad de la exigencia

El caso es que después del enfado inicial, mi compañera me dijo: “yo ya no sé si es que soy demasiado perfeccionista o qué pasa, pero me cuesta mucho de aceptar”.

Eso me dio que pensar, porque yo estaba en el mismo estado de cabreo que ella, y porque es una reacción que he visto en prácticamente todo el mundo a todos los niveles: trabajo, familia, pareja, amigos… incluso políticos y gente pública.

Creo que el tema no es si uno es más o menos perfeccionista, que evidentemente, también influye; creo que de lo que se trata es de entender que el otro no lo es, o que le da igual, o que lo vive distinto, o que tiene otra percepción.

En definitiva, es aceptar que el otro es distinto a mi, y tiene todo el derecho a ser como es.

Aunque lo haga mal a propósito, aunque sea un desastre, aunque sea un faltón… aunque te moleste. Es así. Aquí entra la tolerancia de la que todo el mundo se llena la boca; ser tolerante con alguien que piensa como tu, ya me dirás qué mérito tiene…!

Así que para mi, el problema no es que seamos perfeccionistas, es que somos brutalmente exigentes.

¿Has visto alguna vez los trolls que inundan a insultos y faltas de respeto los comentarios de youtubers o bloggers que con toda la ilusión del mundo cuelgan sus creaciones en las redes? ¿O las cuentas de Instagram de según qué perfiles, o Twitter, dónde las faltas de respeto y los comentarios soeces son el pan de cada día?

Y la verdad es que lo peor no es expresarlo hacia fuera; sino que para expresarlo en tu exterior tienes que estar sintiéndolo en tu interior: todo nace de ti. Dicho de otra manera, este nivel de exigencia y de juicio hacia lo que te rodea es altamente tóxico para ti y tus cuatro cuerpos. ¿Qué demonios nos estamos contando por dentro para sentir tanto odio por fuera?

En nuestro caso, no aceptábamos que los que toman las decisiones hubieran decidido a conciencia tomar otro camino. No aceptábamos que tenían derecho a tomar una decisión concreta (que nosotras considerábamos como errónea), si así lo deseaban. Nuestro nivel de exigencia nos decía que eso no podía ser. Ellos mal, nosotras bien. Pero tengo que confesarte que yo llegué a mi casa hecha polvo y con muy poca energía.

Derecho a ser

Así que empecé a pensar en situaciones de mi vida que habían escapado a mi control, a mis parámetros de bien y mal, y lo mucho que había sufrido con ello.

Como cuando una amiga decidió alejarse de mi cuando empecé mi relación de pareja y yo no podía aceptarlo de ninguna de las maneras porque me parecía injusto y cruel por su parte; O como cuando mi ex pareja decidió que quería terminar la relación porque había dejado de quererme; O cómo cuando alguien muy próximo me hirió a consciencia sabiendo que sufriría por ello.

Y me di cuenta que en todos los casos, siempre había esta exigencia de fondo, esta especie de pataleta de niño pequeño que quiere que las cosas sean como él quiere. Pensamientos del tipo “¿pero cómo ha podido hacerme esto?” o “¿quién se ha creído que es?” o “con todo lo que he sacrificado…”

Si, acertaste, este niño pataleando no es otro que tu ego (el tuyo, el mío y el de todos). El que ve amenazas por todas partes, el que no le gusta lo que es distinto, el cambio y que siempre quiere tener razón.

Pero te diré algo, el tema no es cómo es el otro, el tema es como eres tu en relación a cómo es el otro.

Porque todos somos y hemos sido víctimas y verdugos alguna vez en la vida, porque todos tenemos nuestros monstruos interiores, porque nadie es perfecto –simplemente porque la perfección no existe, es un concepto subjetivo que atañe a los 7.550 millones de personas que hay en el planeta y todos tendríamos razón– y sobretodo porqué nadie en este mundo tiene la capacidad de hacerte sufrir o de hacerte feliz. Depende sólo de ti. Cuanto antes lo asumas, mejor.

Lo relativo del bien y del mal

Yo siempre he pensado que si quitarle la vida a alguien fuese socialmente aceptado, entraría dentro de la categoría de “bien” y todos tan panchos. De hecho, justamente hace unos días, vi un vídeo que hablaba de una tribu africana en la que las mujeres no tenían ningún tipo de derecho y pertenecían a sus maridos al 100%. Hasta tal punto, que si éstos les quitaban la vida, no pasaba nada, porque estaba culturalmente aceptado.

Increíble, ¿vedad?

Bien y mal es un cúmulo de creencias, ideas prefijadas que nos hemos creído y que seguimos para mantener un orden y tener la falsa sensación que controlamos algo. Son necesarias, claro está, pero es no quiere decir que sean ciertas.

Pero la vida, la realidad, no se puede encajar en esos parámetros. Hay muchos ejemplos que lo demuestran, y te reto a que me digas si estas historias puedes considerarlas como buenas o malas:

Un drogadicto toca fondo, se desmorona, pasa los peores años de su vida y está al borde de la muerte. Con ayuda y tiempo, logra salir del pozo en el está y finalmente se rehabilita por completo. De su experiencia nace el anhelo de compartir y de ayudar a los que están en su misma situación. Crea un programa social de ayuda al drogadicto y logra que igual que él, muchos otros se recuperen.

¿Su drogadicción fue buena o mala?

Dos parejas jóvenes por separado y sin ninguna relación. Una de ellas, el hombre está un día en el trabajo y lo llaman que ha habido una explosión de gas en su casa y su mujer ha fallecido. En la otra pareja, él fallece en un accidente de coche. El hombre de la primera pareja y la mujer de la segunda, se encuentran en un grupo de apoyo para superar sus pérdidas, con el tiempo se enamoran, tienen dos preciosos hijos y son increíblemente felices.

¿Las pérdidas fueron buenas o malas?

Ni una cosa ni otra, y las dos a la vez.

En este cuento milenario verás mucho más claro esto que te digo.

De modo que bien y mal son tan relativos, que creerse poseedor de la verdad sólo hace de tu mundo un espacio mucho más pequeño de lo que es en realidad.

¿Cuál es la clave entonces?

Creo que hay varias y todas ellas nacen de mirar hacia dentro, reconocer tus sombras y tu vulnerabilidad y aceptar que igual que tu, el otro también tiene cosas que duelen en su interior.

Comparto contigo lo que yo tengo en cuenta ante situaciones de exigencia interior y exterior, de enfado hacia lo que no controlo y cuando mi ego me juega malas pasadas pataleando por lo que no tiene y le gustaría, pero es muy posible que tu tengas tus propios mecanismos y que sean igual de válidos:

1/ El otro tiene derecho a ser como es porque es la única manera que tiene de enfrentarse a su realidad interior. Al igual que tu, de él depende como vive su vida y como la siente. Está en un trabajo interior que poco tiene que ver contigo. De hecho, tu lo estimulas a él igual que él te estimula a ti.

2/ Aguantar situaciones que te dañan o personas que invaden tus límites o te tratan mal, entra dentro de tu competencia y tu responsabilidad. Siempre tienes la capacidad de decidir cómo respondes ante lo que sucede fuera de ti. Meterte con el otro sólo hace que unirte más a lo que rechazas de ti. Si quieres que el otro cambie, cambia tu primero.

3/ Acepta que las cosas son como son y que no tienes porqué controlarlo todo, saberlo todo o hacerte cargo de todo. Del mismo modo, acepta que las cosas no siempre van como te gustaría y asume la capacidad de decisión que también tiene el otro.

4/ Deja ir y relájate. Generas más resistencias intentando luchar contra el mal que dejándote llevar hacia el bien. Nada es para siempre; todo fluctúa en permanente impermanencia.

5/ Cuestiona tus creencias y ponte en tela de juicio de vez en cuando. No dejes que los límites mentales de tu ego te jueguen una mala pasada rechazando algo que podría expandir tu vida.

Gracias por estar ahí ♥

¡Si quieres comentar lo que sea, encantada de leerte!

Photo by Milada Vigerova on Unsplash

¿Te ha gustado el post? ¡No dudes en compartir! ;)
10 Comentarios
  • JESUS SANCHEZ CABRERA
    Posted at 12:34h, 03 abril

    Yo creo que cada uno tiene su propia evolucion interior y hace lo que puede.
    En mi caso hace poco cambie de trabajo autonomo a trabajar para otro y me ha dado muy buen resultado( aunque ahora mucha gente piensa que emprender es lo mejor).
    Sentia que tenia que cambiarlo , incluso a gritos interiormente.Si dentro de un tiempo me planteara volver a lo de antes u otra cosa, creo que lo haria .
    Gracias Alba!!!!

  • Alba Ferreté
    Posted at 14:58h, 03 abril

    ¡Hola Jesús!

    Exacto, al final la clave está en ser menos exigentes con nosotros mismos y cambiar la autocrítica y los «debería» por escucha y cariño hacia lo que necesitamos y nos hace bien.

    Muchas gracias por comentar, me alegra mucho verte por aquí 😉

    ¡Un abrazo!

  • Verónica
    Posted at 17:59h, 03 abril

    Gracias Alba, me has hecho reflexionar y que me permita a mi misma estar abierta a todas las opciones. Realmente me da miedo llevar a cabo lo que me haría bien, que es dejar mi trabajo. Gracias por todo lo que compartes. Tras días de trabajo intensivo en un entorno poco amable me anima recordar que hay personas coherentes y con valores en el mundo.

  • Alba Ferreté
    Posted at 09:00h, 04 abril

    ¡Hola Verónica!
    No sabes cuánto me ha alegrado tu comentario. Creo sinceramente que cuando la exigencia baja y el ruido mental se apacigua, nace poco a poco la voz del corazón y nos permite ver el mundo de posibilidades que hay ante nosotros.

    Esta claro que fácil no es, pero supongo que esta es la gracia 😉

    ¡Te mando un fuerte abrazo!

  • JESUS
    Posted at 19:13h, 06 noviembre

    Hola ,es un tema no muy facil de opinar.
    Porque tampoco puedes resignarte ante todo.Aceptar lo que te venga es creo, hasta cierto punto aceptable.
    Tambien es logico, pienso , perseguir tus ideales o mejoras.O en el peor de los casos no aceptar algo que para ti es no y esa es tu creencia.

  • Anónimo
    Posted at 19:18h, 06 noviembre

    Hola de nuevo.No se si confundo el ser egoico con cambiar cosas que en algun momento de mi vida no las he aceptado y las he cambiado.Otras no , por supuesto algunas he tenido que aceptarlas.
    Un abrazo.

  • Anónimo
    Posted at 19:38h, 06 noviembre

    Hola Alba (ja,ja,ja).Cuando estamos meditando y observamos y aceptamos ,,,esto esta muy bien claro.
    Pero hay situaciones que tienes que moverte y dirigirte hacia lo que quieres.
    Ya se que parece muy logico pero no siempre es asi.

  • Alba Ferreté
    Posted at 08:39h, 07 noviembre

    Hola Jesus,
    Me parece muy interesante tu aportación. Suele parecer que aceptar es resignarse y ¡para nada! La aceptación da espacio al presente, al darse cuenta que aunque vivamos una situación que no nos guste aparecen emociones y sentimientos que nos hablan y nos ayudan a decidir.
    De lo contrario, si no aceptamos lo que hacemos es crear una resistencia y aquello que la situación incómoda trae, no es ni comprendido ni integrado por lo que probablemente, nos alejaremos de la situación pero la vida nos la volverá a traer.

    Eso de que «a lo que te resistes persiste».

    Al aceptar podemos decidir qué acciones tomar, hacia dónde dirigirnos. Tomamos acción consciente (que no reacción inconsciente).

    Espero haber aclarado el concepto, creo que haré un post hablando sobre esto. Así que ¡gracias por tu aportación! 😉

    Un fuerte abrazo,
    Alba.

  • Alba Ferreté
    Posted at 08:46h, 07 noviembre

    ¡Hola!
    Creo que la respuesta que le he dado a Jesus puede ayudarte a ver la aceptación de otro modo 😉
    Aún así haré un post hablando sobre el tema, que veo que se suele confundir la aceptación con la resignación y nada más lejos de la realidad.

    Un fuerte abrazo,
    Alna.

  • Manuela
    Posted at 19:09h, 10 noviembre

    Estoy de acuerdo contigo Alba, pero a veces nos resulta muy dificil perdonar a alguien que nos ha hecho un daño tremendo, Los prejuicios a veces invaden a gentes mediocres, y esas gentes las tenemos que soportar durante horas, días, meses, y años,porque las tenemos cerca, e nuestro trabajo diario, y sabemos que nadie va a hacer algo positivo para alejarnos de ellas, Son personillas tóxicas que nos roban la energía, influyen en nuestras vidas negativamente, pero para nuestra propia desgracia tenemos que escuchar una barbaridad de sandeces todas las mañanas laborales. Son las que no se callan ni debajo del agua, se quejan constantemente, y los jefes les tienen cierto miedo….¿porqué será?..

Post A Comment
Las siguientes reglas del RGPD deben leerse y aceptarse:
"The Mindful Room" te informa que la información que nos facilitas será tratada por Alba Ferreté Pascual, responsable de la web, a través de (indicar pluguin comentarios), con el fin publicar los comentarios en la página correspondiente al blog. Los datos proporcionados se conservarán mientras exista interés por ambas partes. La legitimación se obtiene mediante tu consentimiento. Los datos no se cederán a terceros salvo en los casos en que exista una obligación legal. Podrás ejercer tus en hola@themindfulroom.com.

¿En qué puedo ayudarte?