La solución al descontrol emocional • Alba Ferreté | The Mindful Room
La solución al descontrol emocional

24 Dic La solución al descontrol emocional

Hoy es nochebuena y mañana es Navidad. El pistoletazo de salida a 10 días de auténtica locura en los que las reuniones familiares, el exceso de comida y el estrés porque todavía no has comprado los regalos y hay tres mil personas en la tienda confluyen en una danza totalmente disonante que te empujan sí o sí a acabar hasta los mismísimos de todo.

¿El motivo? La falta de gestión emocional.

Y créeme que sé de lo que hablo. Hará cosa de unos 8 años o así, en una comida de Navidad, tuve una de las discusiones más bestias que he tenido nunca con nadie. Hasta el punto de largarme de casa de mis padres por no soportar las tonterías de ese señor.

La emoción predominante fue la rabia.

En ese momento era una persona totalmente reactiva que no sabía qué hacer ni dónde colocar las emociones. Ahora me limito a ignorar a esa persona y cuando tengo que verla pues nada, me pongo mi máscara de indiferencia y listo.

Nunca más, querido.

El caso es que creo que es un buen momento para hablar sobre el tema del control emocional porque, aunque en el aire hay alegría y entusiasmo y todos nos queremos mucho, lo cierto es que en el trasfondo guardamos los pensamientos más oscuros y las emociones más densas…

Es tiempo de ilusión, dicen. Lo que no saben es que la palabra ilusión no solo significa esperanza, también significa falta de luz, una percepción o idea irreal; un engaño, vaya.

Así que hoy más que nunca, hablemos sobre emociones para que nuestra alegría vaya más allá de las fiestas navideñas y sepamos cómo usar la calma para sostenerla en el tiempo.

Control emocional vs Gestión emocional

Lo primero de todo, y no me cansaré jamás de decirlo, es que las emociones no se controlan; las emociones se gestionan.

No puedes decidir no sentir, no puedes controlar qué te sienta mejor y qué te sienta peor, no puedes. Puedes decidir cómo reaccionas ante ello, qué haces con el aprendizaje que traen y si te dejas dominar o no.

El resto, es puro cuento mental.

Las emociones están allí porque necesitan ser sentidas, reclaman su atención porque las ignoras con demasiada frecuencia y traen un mensaje que estás desoyendo.

La palabra emoción viene del latín «emotio», nombre que deriva del verbo «emovere». Un verbo que significa mover, trasladar. Dicho de otra forma, ir del punto A al punto B.
Si ignoras la emoción también estás pasando de la oportunidad de experimentarte desde otro lugar.

Así que para empezar, deja de intentar controlar lo que sientes y practica la aceptación; es decir, dale espacio a la emoción.

¿Y si es mala? Pues también. «Bueno» o «malo» son etiquetas mentales para designar estados internos totalmente subjetivos. ¿Cuántas veces algo «malo» no te trajo algo «bueno»? ¿Podemos entonces etiquetar tan a la ligera que lo «malo» era realmente tan «malo»?

Obviamente no se trata de instalarse en la emoción y tenerle apego; se trata de dejarla pasar a través de ti, aprender de ella y dejarla ir cuando llegue el momento.

Aceptación emocional vs expresión emocional

En segundo lugar está la diferencia entre aceptar lo que siento y ir pregonando a los cuatros vientos mi sentir.

Hay veces que la expresión emocional es sana, especialmente si estás en un entorno afectivo en el que te sientas segura o es alguien con quien quieres compartir tu vulnerabilidad.

Pero mucho cuidado con qué situaciones o contextos damos rienda suelta a nuestra emoción.

Por un lado porque no todo el mundo está en disposición de acoger nuestro sentir y esto puede hacer que juntemos la emoción inicial con frustración o vergüenza; en segundo porque si expresamos desde la necesidad de validación externa estamos entrando en el peligroso arte del chantaje emocional, cosa que no suele terminar nada bien.

Reacción vs acción

Y finalmente hablemos de las implicaciones. No puedes escoger las emociones que vienen a ti, pero sí que puedes escoger cómo convives con ellas; la forma en la que ellas te movilizan hacia el exterior.

La reacción es inconsciente, la acción es consciente.

Reacción es dejar que la emoción tome el timón de tu organismo. Es cuando entras en drama, cuando la exageración por exceso o por defecto, hace acto de presencia. Cuando tomas decisiones impulsivas dejándote llevar por una emoción.

La acción en cambio es lo que sucede cuando podemos sostener una emoción dentro de nosotros, ver qué hay más allá de ella, darte cuenta del mensaje y actuar en consecuencia.
Mente y emoción de la mano en harmonía que movilizan al cuerpo.

Y llegados a este punto me dirás, ¿y qué papel juega el indeseable de ese familiar que me saca de quicio? ¡Fácil! Él es el mensajero, la emoción es el mensaje.

Date cuenta que lo que te mueve habla sobretodo de ti, una zona oscura que quiere salir a la luz. No puedes controlarla, pero sí aprender de ella. Es como si otra «tú» que todavía no conoces estuviera pataleando para llamar tu atención.

Así que la recomendación es que éstas fiestas las pases en compañía de tus seres queridos (tanto sí están dentro de ti como si no). Hay mucho amor en ello, te lo aseguro <3

Por cierto, te recomiendo que te pases por el post «Cómo resolver un conflicto sin perder los nervios» en el que te cuento paso a paso como usar la atención plena ante estos momentos difíciles.

Yo me despido de ti hasta enero. Me tomos unos días para hacer balance del año y encarar el 2020 con mucho más foco. Gracias por escucharme y acompañarme en este camino increíble, sin ti nada de esto sería posible.

Un fuertísimo abrazo y hasta muy prontito!

¿Te ha gustado el post? ¡No dudes en compartir! ;)
2 Comentarios
  • Paqui
    Posted at 11:23h, 24 diciembre

    Gracias Alba

  • Alba Ferreté
    Posted at 11:37h, 24 diciembre

    Un placer Paqui! Felices fiestas 😉

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