Tu dolor no es el problema • Alba Ferreté | The Mindful Room
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03 May Tu dolor no es el problema

Hace cosa de un par de semanas llegaron a mí dos artículos en ElDiario.es. Leerlos uno detrás del otro me ayudó a hacerme una idea del enorme problema que tenemos a nivel mundial en lo que a la salud mental se refiere.

Creo que tenemos mucho trabajo por delante y el primer paso empieza en ti.

El titular del primer artículo dice así:
“Expertos en salud mental alertan de una “crisis global” por la depresión y piden cambios en su tratamiento.”

«La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que el 5 % de los adultos de todo el mundo sufre depresión cada año. Aunque se trata de la principal causa mundial de discapacidad, los especialistas consideran que sigue siendo una ‘crisis sanitaria desatendida’.»

Y sigue diciendo: «En los países de ingresos altos, cerca de la mitad de las personas que sufren depresión no son diagnosticadas ni tratadas, y esta cifra se eleva al 80-90 % en los países de ingresos bajos y medios. Además, la pandemia ha empeorado la situación con el aislamiento social, el duelo, la incertidumbre y el acceso limitado a la atención sanitaria, que se ha cobrado un grave precio en la salud mental de millones de personas.»

Y ahora viene el párrafo clave de esta noticia: «Si bien disponemos de conocimientos y herramientas sobre cómo prevenir y atender la depresión incluso en los contextos con menos recursos, sigue siendo una afección poco comprendida y la gran mayoría de las personas afectadas sufren en silencio.»

Una sociedad que no permite el malestar

Pudiera parecer que está todo bajo control, que saben qué hacer cuando la depresión hace acto de presencia y que gran parte de la problemática es que la gente que sufre no se abre. Irremediablemente es aquí cuando uno se pregunta, ¿y porqué la gente sufre en silencio? ¿Qué les lleva a no expresar su dolor?

Y aquí es donde interviene la segunda noticia cuyo titular es: “Sedamos el sufrimiento para hacerlo compatible con las necesidades del mercado”. Una entrevista realizada a James Davies, profesor de Sociología y Psicoterapia en la Universidad de Roehampton (Reino Unido) y ha ejercido de psicoterapeuta en el Servicio Nacional de Salud británico. Autor de libro «Sedados» una crítica a un sistema que ha colapsado y que ha generado una legión de personas “adictas a un medicamento que, lejos de curar su malestar, lo agrava”.

Tal y como apunta Davies “La depresión se considera un inconveniente económico porque la introspección y el ánimo bajo afectan a la productividad y aumentan el absentismo. En Reino Unido cuesta decenas de millones de libras al año, según se ha calculado. Durante unos meses se nos permitió estar deprimidos, sí, pero ahora hemos vuelto a la narrativa dominante que dice que el sufrimiento es una disfunción que debe ser corregida. Desde mi punto de vista, el malestar es una reacción racional a las circunstancias difíciles, ya sean históricas, actuales o una combinación de ambas. Pero al capitalismo no le gusta esta interpretación, porque implica tener mirada crítica sobre qué va mal en tu vida y puede ser muy perjudicial para quien se beneficia de ello”.

Y continúa “Drogamos a la gente en lugar de ofrecerles terapia psicológica porque, como decía antes, se ve el dolor como una disfuncionalidad que debe ser corregida y la solución más rápida que se ha encontrado es la medicación. Pero con ella no arreglamos nada, porque se trata de químicos que sedan un sentimiento que actúa como faro: el dolor ilumina lo que está mal, algo a lo que debemos prestar atención. Desafortunadamente, investigar y tratar es más lento y menos rentable que medicar. En otras palabras, sedamos el sufrimiento para hacerlo compatible con las necesidades del mercado”.

El malestar visto como disfunción

¿No será entonces que el estigma social que recae sobre la salud mental parte de una manipulación del propio sistema que nos lleva a la falsa idea que el malestar es una disfunción? El problema no es tu dolor; el problema es que has creído que sentir dolor está mal y por ende crees que tienes que estar siempre bien. El problema es que rechazas tu malestar porque inconscientemente crees que la introspección y la reflexión es algo que hay que evitar porque es propio de personas con alguna disfunción mental. Es inevitable entonces que no haya un respeto hacia los propios procesos. Igual que lo es que evites tu sentir generando toneladas de sufrimiento.

Ya sabes la mítica frase de Carl Jung: “A lo que te resistes, persiste.”

Como dice Davies en el artículo: “La estigmatización y la vergüenza que sentimos hacia nuestra propia tristeza es consecuencia de que el sistema económico vea el sufrimiento como contrario a sus deseos, por eso nos dice que hay algo malo en no estar bien, que nos hace ser poco fiables, frágiles. Pero lo que realmente les preocupa es que el malestar es sinónimo de estar despertando, de cuestionarse cosas. Grandes cambios sociales y políticos se han dado gracias al sufrimiento. La liberación de las mujeres o el movimiento Black Lives Matter, por ejemplo. Y lo mismo podría pasar con el dolor tras la pandemia.”

¿Cuánto cambiaría entonces todo el paradigma si supiéramos que el malestar es un indicador de que algo necesita ser cambiado y revisado y en vez de atiborrarnos a pastillas que nos adormecen e hiciéramos el proceso reflexivo de tomar conciencia de lo que nos pasa por dentro?

Ya te lo digo yo: estaríamos más cerca de la libertad de pensamiento y de movimiento.

Las emociones como fuentes de información

Todas las emociones traen un mensaje que te atañe solo a ti. Este mensaje no es algo racional, sino que demanda que te permitas sentir. Que calibres si algo te expande o te contrae para que, desde allí, conectes con tu sabiduría esencial que es la que sabe hacia dónde sí y hacia dónde no. La alternativa a esto es atiborrarte de cosas que hay fuera de ti para tapar tu malestar: comida, ropa, relaciones, cosas materiales… y obviamente, pastillas. Un método de escape para asentar nuestra identidad más en lo que tenemos o lo que hacemos que en lo que verdaderamente somos.

Tampoco quiero que me malinterpretes, hay situaciones en las que la medicación es necesaria. Pero la gran mayoría de las veces lo que hace falta no es una pastilla, es educación emocional, entrenamiento mental y perseverancia.

Entre otras palabras, se trata de cambiar la medicación por meditación.

No está mal que te sientas mal

Recuérdalo siempre. Ni está mal que no sepas qué hacer con lo que te está sucediendo. No nacemos enseñados en la educación emocional y muchas veces tendemos a juzgarnos a nosotros mismos cuando sentimos emociones densas.

Tienes la oportunidad de aprender a regular tu mundo emocional y calmar tu mente para vivir la incertidumbre con serenidad. Saber cómo gestionar el estrés y la ansiedad y volver a tu paz interior cuando el exterior parece desmoronarse.

Mi propuesta es ser parte de la solución y precisamente esto es lo que te enseño en mi curso grupal basado en Mindfulness y Inteligencia Emocional llamado Sendero Interior. Empezamos este próximo viernes día 6 de mayo y haremos un viaje de 8 semanas a través del autoconocimiento para que tengas herramientas interiores que te ayuden en la gestión de los momentos de malestar.

Vamos ya por la 5ª edición y han pasado por él más de 100 alumnos. Es un curso basado en varias disciplinas como la neurociencia, la inteligencia emocional, la meditación, análisis transaccional, la terapia transpersonal, entre otras. No sustituye en ningún caso una terapia psicológica, pero la complementa a la perfección y, sobre todo, te ayuda al autoconocimiento y a la prevención de los estados de malestar.

Si quieres unirte, aquí encontrarás toda la información, programa y testimonios.

¡Me encantará verte dentro!

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