El cofre (Cuento Milenario) • The Mindful Room
Cuento milenario El Cofre

12 Jun Cuento milenario: «El cofre»

Mucho se ha escrito sobre el amor. Tenemos ideas preconcebida sobre cómo deberían ser las cosas, sobre cómo deberíamos amar y cómo deberíamos ser amados. Pero lo cierto, es que Amar, el de la A mayúscula, el que atañe a todas las formas –sean románticas o no– trasciende las creencias y los roles establecidos y nos eleva a otra dimensión.

¿Qué es amar para tí? ¿Cómo expresas tu amor? ¿A caso en algún momento de tu vida lo confundiste con control y dependencia?

Yo sí, caí en eso. Creía que la preocupación y el control eran señales inequívocas de que estaba amando con toda mi alma… pero no. Era sólo mi ego atemorizado por una profunda herida de abandono.

Hoy para mi amar es respetar al otro. Sobretodo en sus espacios, en sus silencios, en sus tempos. Es observarlo con curiosidad, y reirnos juntos de las rarezas de cada uno. Y la sombra claro, sostenerla y darle espacio como una más.

Hoy el cuento milenario habla de eso, de lo que el amar supone, de las partes de ti que estás dispuesta a sostener cuando afloran las inseguridades, de cuán confiada te sientes más allá de las muestras de afecto, del respeto hacia el universo no compartido del otro.

Sin más, te dejo con el cuento milenario de esta semana.

Cuento Milenario: El Cofre

Hace miles de años, en una comarca más allá de los mares del Norte, se hallaba un rico comerciante, de no mbre Abdul, que vivía enamorado de Sara, una joven y bella muchacha, 22 años más joven que él, con la que vivía y compartía una casa plena de alegría y prosperidad.

Como quiera que por causa de sus transacciones tenía que desplazarse, durante largos perío dos de tiempo, a países lejanos, había encomendado a su fiel criado Malik la protección y vigilancia de su esposa, mientras durase su ausencia.

Un día, recién llegado de un viaje por los mares de Sur y sintiendo su corazón pleno de deseo por reencontrarse con su amada, vio como se aproximaba su fiel criado Malik que corriendo a su encuentro le dijo turbado:

«Vuestra esposa señor, está actuando sospechosamente. En sus aposentos tiene un enorme cofre que, según afirma, perteneció a su abuela. Y observo que se trata de un cajón suficientemente grande como para esconder a un hombre. Tal vez, en él solo haya unos bordados antiguos, sin embargo creo que ahora debe haber mucho más en él… Ella no permite, que yo vuestro más antiguo y fiel criado, averigüe qué hay realmente en su interior»

Abdul, visiblemente contrariado se dirigió a los aposentos de Sara y señalando el enorme cofre le dijo:

«Sara: ¿Qué guardas en su interior?»

A lo que ella respondió: «¿Me lo preguntas por las sospechas que puede haberte transmitido tu criado o porque no confías realmente en mi?»

A lo que Abdul respondió: «¿No sería más fácil que abrieras el cofre, sin entrar en suposiciones?»

«No creo que sea posible», argumentó Sara.

«¿Está cerrado?» Preguntó Abdul.

«Sí» Dijo ella.

«¿Y donde está la llave?» Preguntó él.

Ella la mostró y le dijo: «Despide a Malik y te la entregaré».

Tras una deliberación, el sirviente fue despedido por Abdul. Aquella tarde, Sara entregó la llave y se retiró obviamente perturbada Abdul, antes de ordenar abrir el cofre y, sabiendo del poder de sus propias creencias internas, se retiró a meditar y reflexionar hasta que, finalmente, llamó a cuatro de sus jardineros, ordenó transportar el cofre a un lugar distante y, sin abrirlo, mandó enterrarlo.

El asunto nunca más fue mencionado.

Desde entonces se dice que el sabio: Decide lo que quiere que ocurra, sembrando en el interior de su propio corazón.

 

Este cuento forma parte de una colección que recogió José María Doria, director de la Escuela Española de Desarrollo Transpersonal en su libro Cuantos Para Aprender A Aprender (Serendipity). Encontrarás el formato descargable en su web desde donde podrás acceder a los cuentos y al análisis de José María. Siempre un placer leerle!

 

¡Hasta el próximo martes!

Un hondo abrazo, Alba.

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