
02 Oct La felicidad de las pequeñas cosas
La llave de la felicidad de Jorge Bucay
“Cuenta la leyenda que antes de que la humanidad existiera, se reunieron varios duendes para hacer una travesura.
Uno de ellos dijo:
– Pronto serán creados los humanos. No es justo que tengan tantas virtudes y tantas posibilidades. Deberíamos hacer algo para que les sea más difícil seguir adelante. Llenémoslos de vicios y de defectos; eso los destruirá.
El más anciano de los duendes dijo:
– Está previsto que tengan defectos y dobleces, pero eso sólo servirá para hacerlos más completos. Creo que debemos privarlos de algo que, aunque sea, les haga vivir cada día un desafío.
– ¡¡¡Qué divertido!!! -dijeron todos.
Pero un joven y astuto duende, desde un rincón, comentó:
– Deberíamos quitarles algo que sea importante…¿pero qué?
Después de mucho pensar, el viejo duende exclamó:
– ¡Ya sé! Vamos a quitarles la llave de la felicidad.
– ¡Maravilloso… fantástico…excelente idea! -gritaron los duendes mientras bailaban alrededor de un caldero.
El viejo duende siguió:
– El problema va a ser donde esconderla para que no puedan encontrarla.
El primero de ellos volvió a tomar la palabra:
– Vamos a esconderla en la cima del monte más alto del mundo.
A lo que otro miembro repuso:
– No, recuerda que tienen fuerza y son tenaces, escalarían el monte y el desafío terminará.
El tercer duende dijo:
– Escondámosla en el fondo del mar. -No dijo otro, recuerda que tienen curiosidad, alguien inventará una máquina para bajar y la encontrará.
El tercero dijo:
– Elijamos algún planeta. A lo cual los otros dijeron: no, recuerda su inteligencia, algún día inventarán una nave que pueda viajar a otros planetas y la descubrirán.
Un duende viejo, que había estado escuchando en silencio se puso de pie y dijo:
– Creo saber dónde ponerla, debemos esconderla donde nunca la buscarían
Todos voltearon asombrados y preguntaron.
– ¿Dónde?
– El duende respondió:
– La esconderemos DENTRO DE ELLOS MISMOS… muy cerca de su corazón.
La risa y los aplausos se multiplicaron. Todos los duendes reían:
– ¡Ja…Ja… Ja…! Estarán tan ocupados buscándola fuera, desesperados, sin saber que la traen consigo todo el tiempo.
El joven escéptico acotó:
– Los hombres tienen el deseo de ser felices, tarde o temprano alguien será suficientemente sabio para descubrirla y se lo dirá a todos.
– Quizás suceda así -dijo el más anciano de los duendes-, pero los hombres también poseen una innata desconfianza de las cosas simples. Si ese hombre llegara a existir y revelara que el secreto está escondido en el interior de cada uno…. nadie le creerá.”
El mercadeo de la felicidad
El mundo está montado de manera que puede parecer que para ser felices debemos TENER una serie de cosas. Ya sea un coche, una casa, una pareja, un perro, miles de amigos, el último teléfono de moda…
Y como ya hemos visto, conectar con el TENER es conectar con un ego que nunca se sacia y que siempre quiere más y más y más.
Mercadear con la felicidad, es asumir que yo misma nunca podré saciarme, que siempre necesitaré del exterior, de alguien que me socorra. Y de algún modo esto no hace otra cosa que inutilizarte y anular tu potencial como persona autónoma con capacidad de decidir.
Porque si, siento decirte que tú eres la única persona responsable de cómo te tomas lo que te pasa. Y por lo tanto, de si eres o no eres feliz.
Felicidad vs emoción
¿Crees que puedes ser feliz y estar triste? Yo creo que si. De hecho, a mi me pasa.
Para mi, estar triste o alegre, es un estado del ego. Una reacción emocional hacia el exterior que tiene que ver con lo que tengo que trabajar, con mis creencias y mis estructuras egoicas. Pero eso no soy YO.
En cambio, la felicidad forma parte del SER. Y eso va atado a tu sentido de la felicidad. ¿Qué definición tiene para ti? Para mi, es paz sostenida. Es la vacuidad plena que experimento cuando logro no identificarme con lo que aparece en mi realidad.
Eso me da la posibilidad de ser feliz (y experimentar paz) y al mismo tiempo, sentirme triste. El abanico de experimentación se amplía.
La lista de la felicidad
Así que si te cuesta encontrar la felicidad en ti misma, te animo a que la encuentres en las pequeñas cosas que experimentas y que hacen que en tu experiencia haya cierto «gustito de ser».
Te comparto la mía para que te hagas una idea de lo que te digo:
- Meterme en la cama con las sábanas limpias y acabas de poner.
- Salir de la ducha, enrollarme en una toalla, estirarme encima de la cama y cerrar los ojos.
- Comer un trocito de chocolate después de cenar.
- Tomar una cerveza en una terraza soleada en invierno.
- Las largas charlas con mis padres cuando ceno en su casa.
- Los abrazos al irme y a llegar a casa con mi chico.
- El otoño en la montaña.
- Los ocasos del verano.
- El olor del jazmín.
- Los spaghetti carbonara.
- Los amaneceres, especialmente cuando son de color lilaceo.
- La sopa de Navidad de mi madre.
Ya ves que son pequeñas cosas, que tal vez a ti te importen poco o no les veas ningún sentido ni cómo eso puede hacerme feliz. Pero es que esto va de mi. Igual que tu lista irá de ti.
¡Te animo a que crees la tuya y la compartas!
Absorbe lo bueno
Estas pequeñas experiencias, hacen que lo bueno se active en ti. Que tu cerebro genere endorfinas y sirve como base para cultivar una vida feliz. La semana pasada hablé de esto en el post, de aprender a absorber lo bueno y alejarte de los pensamientos negativos.
Adjunté una visualización guiada para que puedas practicar. Coge un elemento de la lista y amplía este «gustito» al máximo. Verás que ocurre 😉
Recordarte también que si quieres que cree un curso de meditación de 21 días sobre Absorber lo bueno, sólo tienes que suscribirte al formulario de la página y cuando el curso salga te lo haré saber.
¡Tu turno! Dime, ¿qué pequeñas cosas de tu día a día hacen que tu experiencia sea agradable y placentera?
Anónimo
Posted at 15:37h, 02 mayoExcelente! En mi caso, disfruto mucho el contacto con el mar.