
12 Feb ¿Hay alguien ahí?
El otro día, volviendo en tren del trabajo, de repente y tras estar varios minutos mirando la pantalla del móvil, subí la cabeza, miré por la ventana y me sorprendí de los colores que se reflejaban en todo lo que mi vista alcanzaba. Era un atardecer de colores azules y púrpura, mezclado con trazos anaranjados que teñía de originalidad y vida todo lo que alcanzaba. Una puesta de sol impresionante, como todas me temo…
Automáticamente miré a mi alrededor, y vi a todo el mundo mirando, como yo hacía unos minutos, su móvil. Sentí mucha compasión, y algo de tristeza, no lo negaré. Me hizo pensar en todo lo que la vida nos regala cada día sin esperar nada a cambio. Vivimos en un sitio maravilloso, la Tierra nos ofrece en todo momento su Ser para que nos desarrollemos y nos expandamos…
Mucho se ha escrito ya sobre los efectos de los móviles en las personas, las relaciones y la sociedad, así que no entraré en eso. Me quiero centrar, y de aquí este texto, en lo que ocurre cuando contemplamos estos regalos imponentes de la naturaleza. Porque sucedió que poco a poco, la gente fue desconectándose de sus móviles, se conectaron con la vida real, y desde aquél tren contemplaron estupefactos el regalo de un atardecer, que dicho sea de paso, cada día es único.
Me aventuro a decir, por lo que vi yo en sus rostros, y por lo que yo viví minutos antes, que tras ese espectáculo natural, se conectaron con el AHORA más profundo. Ese estado de quietud, aceptación, emoción y plenitud, innato en el Ser. No había juicio, no había explicación ni razón ninguna. Sólo contemplación. Y es que ese es el efecto mágico que produce la naturaleza en nosotros, eso es lo que hace: nos vuelve al centro y nos recuerda quienes somos.
Evidentemente, el tiempo pasó y ese momento se desvaneció, aunque me dio la impresión que fue de esos momentos que cada uno vive desde la intimidad y se lo guarda como un pequeño tesoro al que recorrer en momentos puntuales.
Entonces, ¿necesitamos puestas de sol para apreciar realmente la vida y saber quienes somos? ¿no debería ser esto nuestro deber de cada día?
Hay una realidad cada vez más evidente: cuanto más entras en ti, cuanto más investigas, averiguas, te centras, te conectas y entras en coherencia, más te nutres de lo realmente importante y menos cosas materiales necesitas. La sobre-conexión y sobre-posesión del mundo actual es un reflejo de la falta de conexión interior de los seres que habitan este mundo, intentando llenar vacíos internos con objetos externos.
A lo que te pregunto ¿vives? ¿o simplemente te dejas vivir?
Hay un ejercicio curioso e interesante para tomar conciencia del tiempo de regalo de nuestra vida. Cojamos una media de 75 años de edad.
24 horas x 365 días/año = 8.760 horas/año
75 años x 8.760 horas/año = 648.240 horas de vida
Redondeando, son ¡650.000 horas que nos han sido regaladas!
En qué queremos emplear este tiempo, desde dónde queremos vivirlo y la consciencia y presencia que pongamos en él es nuestro deber y nuestra responsabilidad.
Si de este tiempo regalado sacamos los lunes, porque son lunes, los martes porque son martes, los miércoles porque es mitad de semana y casi ya llega el viernes, jueves que es pre-viernes, viernes que sólo vale por la tarde, sábado se salva, que me siento bien porque tengo fiesta, domingo por la mañana que es una extensión del sábado pero domingo por la tarde que es casi lunes y vuelvo a deprimirme… ¿cuantas horas de vida real, de vida con mayúsculas en las que me permito vivir y ser feliz, quedan en mi vida?
La vida es una sucesión de ahoras. Y en este ahora se encuentra la plenitud anhelada. Tenemos el reto momento a momento de vivir estando presentes, habitar la vida con intensidad sin miedo, aún en circunstancias difíciles. Tienes en ti lo necesario para transformarla y la base de esta transformación es la presencia consciente, en el momento presente, sin juicio, pacífica y tolerante. Esta es la esencia de la atención plena o Mindfulness. Se asienta en el ser y no en el tener.
Te propongo una pequeña práctica para esta semana, para empezar a vivir desde la conciencia y desautomatizar algunos de tus pilotos; esas acciones del día a día que haces sin ni siquiera plantearte que las estas haciendo. Puede ser algo como conducir, ducharte, lavarte las manos, recoger la prensa del buzón o algo parecido que tú consideres.
Escoge tres de estas actividades y cada vez que las lleves a cabo pon en ellas tu atención, pasando del modo “hacer” al modo “sentir”.
Fíjate en tus sensaciones corporales mientras las llevas a cabo y permanece con ellas: tu vista, tu oído, tu tacto, tu postura, la relajación o contracción de tu cuerpo…
Y para fijar esta práctica y bajarla plenamente al consciente, escribe en tu diario personal (si lo tienes, y si no te lo recomiendo) o en una hoja en blanco, cuáles son estas 3 acciones que has decidido desautomatizar y qué sensaciones te ha producido ser consciente de ellas.
¡Feliz semana consciente!
Photo by: M Yashna
Galatea
Posted at 15:24h, 02 abrilLa vida es un regalo. Qué necesario es tomar consciencia y valorarlo.
ThemindfulroomWP
Posted at 16:32h, 03 abrilExacto! El regalo de la vida se esconde detrás de ese «darse cuenta».
Gracias por tu comentario!
Hondo abrazo,
Alba.