Cómo gestionar la incertidumbre ante la enfermedad • Alba Ferreté | The Mindful Room
Cómo gestionar la incertidumbre ante la enfermedad

10 Mar Cómo gestionar la incertidumbre ante la enfermedad

Vivimos rodeados de incertidumbre, aunque no lo sepamos.

Aunque creemos en la ilusión de control planificando y ejecutando lo cierto que nadie sabe qué viene después.

La mente tiende puentes entre el pasado y el futuro, recordando, proyectando e idealizando. Crea la falsa percepción de que el camino está trazado y que lo único que tenemos que hacer es andar intentando alcanzar el próximo destino.

Pero lo cierto es que en este camino que llamamos vida lo único real es el presente. Es lo único que te pertenece.

Pero por alguna razón este «no controlo nada» lo sentimos con más fuerza ante episodios que nos sacuden: una enfermedad, una muerte, una ruptura, una pérdida de trabajo, una situación límite… Ese momento en el que te das cuenta que efectivamente esa frase de «la vida es aquello que te pasa mientras tu haces otros planes» es tremendamente cierta.

Estoy segura que estos días tal vez sientas la incertidumbre ante el archifamoso coronavirus. Yo me descubro a menudo proyectando escenarios de lo más catastróficos para mi familia y para mi. Y cuando me doy cuenta hago el ejercicio de posar la mente donde realmente es útil. EN EL AHORA.

¿Qué más puedo hacer a parte de cuidar mi higiene y reforzar mi sistema inmune?

El mantra es el siguiente: «El que se preocupa antes de lo necesario se preocupa más de lo necesario«.

Eso no quiere decir que uno no tenga que tomar medidas. Eso quiere decir que puedes usar a tu mente como fuente de preocupación o como herramienta de resolución de problemas.

Veamos la incertidumbre entonces en el campo de la enfermedad.

Consideramos la enfermedad como un enemigo que hay que vencer, algo exterior que nos ataca o ataca a los que queremos y que tiene la capacidad de arrebatárnoslos.

Pero ¿sabes qué? La medicina moderna acepta que al menos un 75% de las enfermedades son de tipo psicosomático. Es decir, que tienen como raíz emociones y creencias limitantes que crean una pérdida de la armonía y que se expresan a través del cuerpo.

De hecho, desde la visión transpersonal, entendemos que en realidad la enfermedad nace en el plano energético y se manifiesta en el plano físico a través de síntomas y enfermedades.

Existe entonces una gran diferencia entre combatir la enfermedad y transmutar la enfermedad. Es decir, considerar la enfermedad como un indicador que te da posibilidad de revisar qué creencias son las que alimentan esta falta de armonía.

Cuando el cuerpo nos habla a través de una enfermedad, lo hace para ayudarnos a tomar conciencia de una estructura de pensamiento que no es beneficiosa para nosotros y que nos perjudica. Es la manera en la que el cuerpo nos avisa que estamos llegando al límite y que hay algo que reajustar.

Visto así, ¿no es entonces la enfermedad otra forma autoaprendizaje?, ¿de recordarte que tu no tienes una vida sino que es la vida que te tiene a ti? Verlo así da mucho respeto, soy consciente. Pero a mi me coloca en un espacio de humildad absoluto y de gratitud hacia mi presente.

Es importante aquí no caer en culpas ni historias de autoflajelación. Las creencias se gestan desde el principio de nuestra historia de vida. Las perpetuamos porque creemos que nos son útiles, pero con el tiempo pueden convertirse en pequeñas cárceles y necesitamos actualizarlas.

Llegados a este punto entiendo que empiezas a deducir cuál es el elemento principal entonces de la gestión de la incertidumbre en la enfermedad.

La aceptación.

Insisto ante la idea de que aceptar no es resignarse. Aceptar es dar espacio a lo que hay para, desde ahí, poder andar hacia el cambio (que puede ser desde una acción consciente hasta una nueva perspectiva).

Si eres tu el enfermo te animo a que además, identifiques tus emociones y creencias limitantes, asumas tu responsabilidad y sobretodo te perdones por tu juicio.

Pero si eres alguien que tiene la enfermedad cerca mi mensaje para ti es que des amor. Amar al otro implica concederles el derecho de vivir sus propias experiencias, de ser humano con sus miedos, sus creencias limitantes, sus fortalezas y sus debilidades.

Transita el dolor que la situación ajena te provoca y aprende de él.

Creo que ya te lo conté, pero hace unos meses me encontraron un nódulo en el cerebro que al principio tenía mala pinta. Durante una semana pensé lo peor, mi mente se me iba hacia los escenarios más terribles. Fue una semana muy dura y de mucho sufrimiento, no te lo voy a negar.

Pero me dio una perspectiva nueva sobre esto del presente y viví todos los momentos con mi pareja y con mi familia como nunca antes. Hacía el ejercicio contínuo de traer mi mente al presente para absorber cada instante y me hizo pensar en que si mi vida llegaba a su fin, había sido una buena vida.

Por suerte al final no fue nada muy importante. La experiencia hizo que me diera cuenta que esto es finito y que no controlamos prácticamente nada.

Lo que yo me digo cuando que me veo queriendo controlar es algo así como «me abro a lo que tenga que venir«. Y suelto la expectativa para dar la bienvenida a lo que hay.

Como siempre te digo esto no es algo que se consiga de la noche a la mañana, y yo misma (y todos los que nos dedicamos a esto) somos aprendices de nuestra propia vida.

Si quieres iniciarte en un camino de auto descubrimiento que te ayude a gestionar estos momentos desde la serenidad y la ecuanimidad, será un placer acompañarte con un proceso individual.

Te mando un fuerte abrazo.

¡Hasta la semana que viene!

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