
23 Nov Mujer, un paso al frente
El podcast de hoy se lo dedico a las mujeres, pero si eres hombre y estás leyendo esto, te animo a que sigas porque puede ayudarte a entender a tus amigas, parejas, hermanas, madres, primas…
No trata de igualdad, feminismo o empoderamiento, sino que va del derecho propio que tenemos de estar y de habitar en esta sociedad, y de tener el espacio que nos merecemos.
A raíz de una entrevista que me hicieron en TVE hace unas semanas, le estuve dando muchas vueltas a lo que había dicho, a si había soltado alguna tontería, si había estado a la altura, poniendo en duda mi valía y mi expertise fruto de todos los años que llevo como coach y terapeuta.
Lo que me pasó es claramente lo que se conoce como el síndrome de Salomon, que va ligado al síndrome del Impostor. Conversando con un amigo, me contó de una charla TED en la que se exponían argumentos de por qué las mujeres nos hacemos pequeñitas y nos sentimos inferiores cuando se nos presenta la ocasión de exponer nuestro expertise. Llegando incluso a rechazar ser entrevistadas o a puestos de alta dirección. Aquí la charla en cuestión por si te apetece verla.
El click lo hice cuando, en una formación sobre inteligencia emocional, psicología y neurociencia, se presentaron una serie de datos sobre la evaluación de la inteligencia emocional.
Existe un test en el que se mide la percepción emocional, la facilitación emocional, la comprensión emocional y el manejo de las emociones. Este test se creó en 1996, y a lo largo de todos estos años, se ha visto que, en general, los hombres se valoran mucho mejor a sí mismos en casi todos los ámbitos, y las mujeres se valoran mucho más bajo. Por ello se vio la necesidad de generar dos baremos, dos áreas control distintas según el género.
La paradoja es que, a pesar que los hombres tienen una percepción de sí mismos más elevada, los datos demuestran que en el campo del manejo emocional, las mujeres gestionan mucho mejor las emociones.
¿Qué auto-percepción tenemos las mujeres? ¿Cómo se nos encasilla en la sociedad? ¿Cómo nos encasillamos nosotras en la sociedad?
Vamos a ver un poco en detalle los dos síndromes que todo esto tiene asociado y cómo podemos trabajar para revertirlo.
¿Qué es el síndrome de Salomon?
En el síndrome de Salomon, la creencia raíz es que sobresalir no es bueno. ¿Por qué? Porqué si sobresalgo voy a generar envidias y puede ser que me quede sola. Esto genera una negación del talento.
El trabajo en este síndrome tiene que ver con la autoconfianza y la autoestima, el miedo al éxito, el miedo al fracaso. También está muy relacionado con la procrastinación, que no es sólo un tema de no organizarse, sino que lleva asociados una serie de miedos latentes.
¿Y el síndrome del Impostor?
El síndrome del Impostor fue detectado por dos psicólogas clínicas en 1978 e inicialmente todas las muestras se hicieron a mujeres que estaban en cargos de poder. Los rasgos comunes en ellas eran la incapacidad de reconocer los propios logros, en creer que es fruto de la suerte exterior, no sentirte merecedora de los logros, que eres un fraude, que nunca nada es suficiente, una gran tendencia al exceso de formación, como si a través de la adquisición de conocimiento te pudieras sentir validada. Como ves, ahí hay mucho perfeccionismo, mucho sabotaje, mucha inseguridad crónica.
Valerie Young, la experta a nivel internacional en esta materia, estableció algunas posibles causas para que el síndrome del Impostor se dé. A ver si te suena alguna:
- Las dinámicas familiares. Si has crecido con un hermano, es posible que el éxito se le asociara a él y no a ti.
- Los estereotipos sexuales, como puede ser la maternidad.
- Las diferencias salariales.
- La autoexigencia.
- La percepción del éxito y el fracaso.
¿Cómo puedo trabajar en todo esto?
En primer lugar, hay que darse cuenta de ello. Una vez hemos dado este primer paso primordial, podemos:
- Dar espacio para el reconocimiento, para tus dones, tus valores.
- Trabajarse en esta incomodidad que te genera el hecho de que el exterior te juzgue.
- Trabajar en los miedos que puedas tener en relación con el éxito o el fracaso.
- Trabajar en las causas de tu procrastinación.
De nuevo, mi propuesta es una llamada a mirar adentro. Esta vez, especialmente, dándome permiso para ser quien soy, desde un reconocimiento propio verdadero y colocándome en el centro de mi vida. Permitiéndome sentir la incomodidad de lo que siento que es correcto en base a mis valores y mis creencias. Desde dentro, podremos expresarnos fuera como mujeres en este mundo.
Y es que los estudios confirman que las organizaciones, sean de la medida que sean, en las que hay paridad, los sistemas y relaciones fluyen mucho mejor. Y eso acaba reportando en beneficios de muchos tipos.
Mujer, ¿damos un paso al frente?
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