
01 Jun No «tienes que» nada para ser merecedora
El podcast de esta semana es para recordarte que no “tienes que” nada para ser merecedora del amor que ERES:
No tienes que ser la más perfecta, la más estudiosa, la que viste mejor, la que tiene más conocimientos, la que tiene más amigos, la que siempre sonríe, la que tiene buenas ideas o hace mejores regalos. Tampoco es necesario que seas la mejor madre, hija, hermana, nieta o sobrina. No hace falta que seas la que tiene más seguidores o esté más en redes. Ni tienes que ser la más deportista, la que come mejor o la que demuestra más afecto y atenciones a sus amigos. No tienes que ser la que medita más tiempo, ni en las poses más incómodas. O incluso la que transita mejor sus emociones, la que siempre está en coherencia y sabe lo que quiere. Tampoco tienes que ser la que sabe gestionar mejor sus pensamientos, la que se conecta siempre que quiere con su intuición y sabe a ciencia cierta hacia dónde se dirige.
No es necesario, de verdad.
Este podcast es un recordatorio de que tienes derecho a no saber, a equivocarte, a tener días perros, a no querer ver a nadie, a estar triste, a tener ideas mediocres y hacer regalos reguleros. A que puedes no seguir los estándares de lo que tu familia o tus amigos esperan de ti. Que tienes derecho a desaparecer de las redes sociales si lo necesitas. Que tienes derecho a reformular el concepto de deporte de manera que se ajuste a ti, igual que tienes permiso a comer guarradas de vez en cuando si el cuerpo te lo pide. Tienes permiso para meditar tanto tiempo como necesites, igual que lo tienes para no hacerlo si sientes que esto no es para ti. Tienes derecho a subirte a la montaña rusa emocional y bajarte de ella solo cuando te dé la gana, igual que tienes permiso para victimizarte y pobrecitear siempre que lo necesites. Y solo faltaba: tienes todo el derecho del mundo a no tener ni la más pajolera idea de hacia dónde te diriges.
Por más que lo intentes, no puedes despegarte de lo que ERES: Amor puro.
Y eso no tiene nada que ver con lo que experimentas, con lo que haces, dices o sientes. No tiene nada que ver con cómo te relacionas y ni mucho menos tiene que ver con cómo te ven los demás…
Esto va más allá.
Esto va de permitirte Ser con todas las incoherencias, luces, sombras, subidas, bajadas, idas y venidas.
Esto va de jugar y bailar con la vida con las fortalezas que te vienen de serie y con aquellas que has estado perfeccionando con tus años recorridos. Igual que va de trazar nuevos caminos para adquirir nuevas habilidades y frustrarse al no conseguirlo si es necesario.
¿Y sabes qué? Que si tampoco te permites ser, que si estás encorsetada siguiendo los estándares de lo que tu crees que se espera de ti, sigues siendo merecedora.
Porque ser merecedora no es algo que se gana haciendo malabarismos, es algo que eres por derecho de nacimiento, por ser hija de la vida, por andar por el mundo a cada instante con la valentía de transitar la incertidumbre paso a paso.
Date cuenta:
¿Qué ocurre en ti cuando te dices que eres merecedora? ¿Sientes que se revuelve algo en tu interior, como si la historia no fuera contigo? ¿Como si le hablaran a otro? ¿Sientes cierto vértigo y se te encoge el estómago?
Normalicemos el cambio de concepto: no es que no seamos merecedoras, es que no nos lo sentimos.
Y te planteo:
¿No será entonces que es mejor sentir que no soy merecedora que coger las riendas de mi vida y hacer frente a todos los monstruos pasados, presentes y futuros para seguir adelante y permitirme florecer? ¿No será que es más cómodo vivir desde la escasez porque nos asusta nuestra propia grandiosidad?
Tal vez por ello nos comparemos tanto.
Tal vez ese sea el motivo de que veamos la luz de tantas personas a nuestro alrededor pero no seamos capaces de ver la nuestra propia.
Tal vez esta sea la razón de las dependencias y los chantajes emocionales.
Buscamos incesantes una luz fuera, que ya está dentro.
Somos eternos buscadores de nosotros mismos.
La búsqueda culmina entonces cuando en un momento de lucidez te das cuenta que no “tienes que” nada, porque ya eres todo.
Un todo que se entrega al presente aun cuando siente que no lo hace, un todo auténtico aun cuando siente que hay mil capas que limitan su expresión. Un todo del que todo nace y al que todo vuelve sin darse cuenta.
Un todo que opera a cada instante y que se ve solo silenciado a la consciencia por la nebulina del ego pequeño y miedoso que con su discurso nos hace creer que somos limitados.
Un todo que emite y recibe, que crea y destruye, que se expande a cada paso aun cuando el tiempo parece detenerse o incluso ir hacia atrás.
Y lo siento pero no. No es posible escapar del todo porque es lo que eres y en él está tu verdadero YO.
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Anónimo
Posted at 22:44h, 23 junioGracias Alba muy buenas tus reflexiones gracias