
06 Feb Cómo resolver un conflicto sin perder los nervios
¡Ay los conflictos…! ¿No te parece que hay épocas en las que parece que todo el Universo está conspirando para hacerte la vida difícil y poner en tu camino todos los baches habidos y por haber?
Son esas piedrecitas en el camino que por más pequeñas que sean, perturban el alma y lo hacen a uno menos tolerante consigo mismo y con el entorno.
A veces vienen de la mano de tu pareja, otras de tu familia, tal vez de tus jefes o de tus compañeros de trabajo. Puede que simplemente sea cosa del chico que te ha vendido el pan, que tenía un mal día y contó mal el cambio, o de la compañía de teléfonos que te cobraron de más en la factura de octubre.
Pero hay que tener claro y admitir que venga de dónde venga, lo traiga quién lo traiga, el conflicto existe. Es una realidad que forma parte de la vida y hay que saber lidiar con ello… a no ser que quieras perder los nervios, la cabeza, el trabajo, las amistades y la familia.
¡Tu eliges!
Crear conflicto sin querer conflicto
Yo no soporto el conflicto. Y durante mucho tiempo, pensé que callarme era sinónimo de ser una persona de paz (de igual modo que pensaba que quejarme o decir lo que pensaba era sinónimo de ser una follonera). Pero el tiempo iba pasando y me iba encontrando a personas que se aprovechaban de mi, por una cosa o por otra.
Y me harté.
Entonces me pasé al otro extremo, y durante otra larga etapa de mi vida, me gané la fama de ser una persona muy sincera que no se callaba nada. Lo decía todo tal cual salía de mi cabeza, sin filtro.
Y claro, me gané enemistades y un poco la fama de ser alguien borde con quién no se podía hablar (o al menos así lo percibía yo).
A nivel personal sucedió que confundí ser sincero con ser “sincericida”, y pasé de no querer tener conflictos con nadie a tener conflictos con todo el mundo porque siempre veía que la gente quería tomarme el pelo, de un modo u otro.
Así fue como me di cuenta que ni enterrar lo que sentía ni imponer mi sentir, era sinónimo de gestionar correctamente un conflicto. Recuerdo preguntarme a menudo “¿porqué siento que tengo tantos problemas con la gente cuando es lo último que quiero?
El crecimiento personal y el cultivo del silencio me dieron las respuestas: no sabía como gestionar el conflicto y menos aún sabía como poner límites.
Poner límites como sinónimo de coherencia interior
Más a menudo de lo que debería se confunde poner límites con ser egoísta. Y siempre pienso que detrás del “no poner límites” hay una necesidad mayor de complacer al otro para así ser aceptado o, en relación al tema de hoy, una necesidad de no-conflicto por miedo a no saber gestionarlo y acabar herido emocionalmente.
Pero creo que es importante resaltar que el mayor acto de generosidad que puede tener un ser humano es mostrarle su verdadero Yo a otro ser humano. Y cuando hablo de mostrarle su Yo no es explicarle la vida y milagros, sino dejarle ver esos actos puros que todos tenemos y que nacen del corazón. Y eso sólo es posible cuando haces las cosas por amor, principalmente, a ti.
Y para quererte tienes que saber hasta dónde quieres y puedes llegar, qué estas dispuesto a soportar y cuáles son los valores que mueven tu vida. Sino, ¿qué tipo de actos que no sean por complacer o agradar pueden salir de ti?
De modo que hay que integrar el No. Y NO PASA NADA. De verdad.
Atención plena al conflicto
Cuando empecé a transitar el camino de la meditación, el Mindfulness y el crecimiento personal en general, me preguntaba a menudo cuál era la posición que tenía que tomar en relación a algo que me molestaba. Y pasé por muchas fases que poco a poco me dieron la visión que tengo ahora y que no descarto modificar en el futuro.
De las primeras cosas que aprendes y que experimentas es que la realidad es totalmente subjetiva y que el conflicto nace de ti mismo, el otro simplemente te hace de espejo y apunta a esas zonas de ti mismo que no quieres ver y que tienes guardadas en el sótano de tu consciencia. Así, cualquier pesado o pesada que te encuentras por el mundo es, en realidad, tu maestro o tu maestra; por lo que agradecimiento absoluto.
Hoy en día puedo decirte que tengo muchos Maestros de la Paciencia a mi alrededor, y les doy las gracias –interiormente– por ayudarme a ejercitar esa parte de mi que tanto me cuesta.
En un estado óptimo de atención plena, nos damos cuenta del conflicto y permanecemos en él, observando. De este modo podemos generar un espacio para su resolución y responder de modo activo, y no reactivo. Aún así, también te diré que creo que es necesario permitirse el cabreo. Porque no siempre uno puede estar en estado Zen y respirar hondo. No somos siempre perfectamente equilibrados y si sientes que tienes un enfado monumental, exprésalo. Pero no dejes que te domine.
Tiene que llegar un punto en el que digas basta, que pares la queja y empieces a actuar. Y en esa acción también hay el “deja ir”, como en el cuento milenario de los monjes cruzando el río. De lo contrario, el cabreo de hace dos días va a seguir contigo y te va a repercutir a largo plazo.
Es en este punto en que puedes poner la mirada en la huella que ha dejado el conflicto en ti, qué aspectos ha sacado a relucir. Cómo te sientes, qué te duele… Y exprésalo.
Y ojo con eso, por que no es lo mismo decir “tu me haces sentir que no valgo para nada” a decir “cuando dices [pon aquí ofensa] me siento que no valgo para nada”. En el primer caso responsabilizo al otro de mi sentir, en el segundo me responsabilizo a mi. Y te voy a contar algo: de ti depende qué sientes y qué no y cómo lo gestionas.
El método Aikido de resolución de conflictos
El Mindfulness utiliza ejercicios de consciencia basados metafóricamente en un arte marcial japonés llamado Aikido. El Aikido se basa en la valentía, la sabiduría, el amor y la conexión.
Instinto – Mente – Emoción – Espíritu
Uno de los movimientos concretos de esta disciplina, es la que se conoce como “entrar y fundirnos”, que permite desviar el ataque sin que nadie salga dañado.
A continuación te detallo los pasos a seguir, pero me gustaría añadir que si te sientes muy sobrecogido por la situación y las emociones son muy intensas, hagas alguna de estas técnicas para calmar la mente como las respiraciones profundas, y luego sigas “las instrucciones”:
1. Acepta la interacción
Lo que comentaba antes: el conflicto existe. De modo que hay que hacerle frente. No lo evites ni te sometas a las quejas del otro. Acepta a la otra persona tal y como es sin dejarte atrapar por los juicios basados en experiencias previas o en los propios miedos.
Es posible que no entiendas porqué esa persona actúa así o asá, pero siento decirte que todo lo que es tiene derecho a ser, tanto si te gusta como si no. Aceptar es clave.
2. Escucha con atención
No sólo las palabras, sino lo que hay detrás de ellas: preocupaciones, emociones, necesidades que nacen del otro para sustentar su visión.
3. Empatiza y resuena
Ponte en su piel, en sus sentimientos, en sus puntos de vista, en sus argumentos. ¿Alguna vez has vivido lo que él está sintiendo en este momento? Conecta con su sentir a través de tu sentir.
4. Coincide:
Descubre los puntos de vista que tenéis en común. Esos aspectos, por pequeños que sean, a través de los cuales pueda darse una alineación y empezar a andar hacia la misma dirección.
5. Habla en primera persona:
Habla de ti. De lo que sientes, de tu experiencia, de tu opinión. No generalices ni pongas sobre el otro lo que tu crees o piensas. Responsabilízate de tus emociones, de tus decisiones y tus creencias. Recuerda que todo nace de ti.
6. Reorienta:
En este punto se trata de dar fuerza a esos puntos que hay en común para trazar un camino conjunto hacia la resolución y el acuerdo.
7. Resolver:
No tiene porqué ser una solución, sino un punto de inicio para establecer un escenario común que genere opciones para que ambas partes se sientan satisfechas. Una zona de exploración y compromiso para llegar al acuerdo.
Date cuenta de la importancia que tiene el estar centrado, presente y en conexión con el propio mundo interno para llevar a cabo esta práctica de un modo satisfactorio.
Así que si sientes que no es el momento de establecer puentes con el otro, es sano, coherente y maduro expresar el deseo de necesitar tiempo para asimilar lo sucedido, recogerse y afrontar el conflicto cuando el momento sea óptimo.
¡Tu turno! Cuéntame, ¿tu cómo gestionas los enfados? ¿Eres de los que dice todo tal cuál lo siente o te escondes detrás de la indiferencia?
Me gustaría mucho saber tu opinión y el modo en qué te relacionas con el conflicto 🙂
Aquí te dejo el post en formato podcast por si hoy estás más auditiva que visual:
Pamela
Posted at 14:20h, 06 febreroHola Alba,
A mí tampoco me gusta el conflicto y durante años hice lo mismo que tú, callarme para evitarlo. Con el tiempo me di cuenta de que hablar sobre las cosas es sano y que también ayuda a que algún contratiempo o cosa sin importancia se convierta en un conflicto.
La ley del espejo me encanta pero cuando la aprendí me chocó mucho. ¿Cómo podían esa persona o esa situación que es tan molesta e incómoda estar hablando de mi misma? Hasta qué verdaderamente miré dentro y lo entendí.
Me parece muy bueno y útil el método que propones, empecé a ponerlo en práctica sin saberlo en el área de atención al cliente. Ante una queja me sentía atacada y me lo tomaba como algo personal hasta que vi que no estaba empatizando con ellos. Lo estaba viendo todo desde mi perspectiva y a partir de ahí mi perspectiva cambio 😉
Un abrazo fuerte guapa!
Alba Ferreté
Posted at 09:38h, 14 febrero¡Toda la razón! Al principio la ley del espejo choca mucho porque cuesta ver la conexión entre lo que el otro te trae y tu mismo, y suele ser duro de asimilar. A mi me costó y me resistí durante un tiempo, y la verdad es que todavía hoy hay momentos en los que tengo dificultad para ver qué me trae. Como todo en la vida, constancia y paciencia 😉
Me alegra que te haya sido útil, pero sobretodo me alegro de que hayas encontrado el equilibrio entre lo quiere ser dicho y lo que no.
Un hondo abrazo y feliz camino 🙂
Todo lo que es tiene derecho a ser, te guste o no • The Mindful Room
Posted at 06:02h, 03 abril[…] me dio que pensar, porque yo estaba en el mismo estado de cabreo que ella, y porque es una reacción que he visto en prácticamente todo el mundo a todos los […]
Luis Manteiga Pousa
Posted at 19:03h, 11 noviembreUn poco de humor viene bien – ¡Yo nunca pierdo los nervios! – Es verdad, nunca los pierdes, te quedas con ellos
LM Pousa
Posted at 21:42h, 26 junioChiste francamente malo el mío. Si lo puedes eliminar mejor.