
16 Nov El valor del reconocimiento
Hoy te lanzo un reto.
¿Cuánto te permites reconocer a esas personas que admiras? Ya sean compañeras, compañeros, parejas, amigos, amigas, familiares.
¿Cuánto te permites expresar eso que ves en ellas y ellos?
¿Cuánto te permites reconocerte a ti misma o a ti mismo con tus dones para entregarlos al mundo?
¿Cuánto te permites recibir el reconocimiento ajeno? ¿Lo acoges con gusto o tiendes a quitártelo de encima porque es demasiado incómodo reconocerte?
Este es el tema que me ha ido acompañando toda la semana con clientas, en sesiones y hasta en un evento emprendedor al que he asistido este fin de semana. Y me apetecía reflexionar en profundidad sobre ello.
¿Por qué necesitamos reconocimiento?
La dinámica de reconocimiento está muy conectada con la gratitud. Es una acción de dar gracias a los otros y a ti misma por lo que te aportan/aportas.
El reconocimiento es muy necesario en las personas. Desde niñas crecemos necesitando ser vistas, ser amadas y ser reconocidas, buscando el reconocimiento fuera, ya que no tenemos las herramientas propias para gestionarlo nosotras. Pero cuando somos adultas, debemos integrarlo como parte del responsabilizarse del mundo interior.
En crecimiento personal se habla mucho de reconocer nuestras propias sombras, de transitarlas, de darnos el permiso, para abrazar nuestros miedos e inseguridades.
¿Pero qué pasa con todo lo luminoso? Muchas veces asociamos el reconocimiento propio a un acto de vanidad, de soberbia. Pero lo cierto es que el reconocimiento a una misma es una muestra más de profundo respeto.
Nos encaminamos a una sociedad donde prima mucho la competitividad, la defensa, la creación de muros que nos separan de los otros. Por eso creo que es muy necesario conectar con el lado más amable de la vida, dejar atrás el yo ideal del que te hablaba la semana pasada y ver, amar y reconocer lo que somos hoy.
¿Cómo puedo tener una mirada más amable hacia mí?
La propuesta que te hago es que te reconozcas a ti con todos tus dones. ¿Y cómo lo puedes hacer? Pues observando eso que haces con relativa facilidad, que te sale innato y que aporta algo a la sociedad, sea en la forma que sea. Y no me digas que tú no tienes dones o que lo que tú haces bien, lo hace bien todo el mundo. Por ejemplo escuchar. No todo el mundo sabe escuchar y si es lo que tú haces bien, reconóce(te)lo.
Por otro lado, existen las capacidades. Si los dones son innatos, las capacidades tienen que ver con lo que has aprendido en el tiempo. Todos los hitos vividos han ido conformando aprendizajes y eso da como resultado las capacidades propias.
Y una vez hecha esta mirada interior, mira a ver qué tienen tus referentes que te interesa y quizás puedas reconocer algo de ti en ellos.
Cadena de reconocimiento
Este fin de semana, en el evento de emprendedoras, me encontré a alguien a quien admiro mucho y le dije lo mucho que me ayudan su visión y sus aportaciones. Ella me respondió agradecida, ya que a veces está tan sumida en su negocio, en su proceso interno y en la vida, que siente que las fuerzas le fallan. Me dijo que recibir el reconocimiento le ayuda a seguir adelante, a ver que lo que hace tiene un impacto.
Muchas veces, la admiración puede generar una barrera, y cuando nos acercamos a la otra persona y le decimos algo, descubrimos a otro ser humano que siente, que padece y que agradece el reconocimiento.
Qué bonito sería si, una vez al día, reconociéramos a las personas que forman parte de nuestra vida y les diéramos gracias por lo que nos aportan. Y, a su vez, dejáramos el espacio para recibir reconocimiento.
No estamos acostumbrados a que nos reconozcan, es uno de los temas que hemos tratado en la segunda parte de Sendero Interior, ya que nos genera malestar, incomodidad y nos hace sacar los colores. Es un trabajazo de autoestima que, desde aquí, ¡te animo a hacer!
¿Te apuntas a generar una cadena de reconocimiento?
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